Cuando se inició esta terapia , no se pretendía crear una nueva forma de intervención psicológica, sólo se pretendía adaptar los conocimientos de psicología a las necesidades de aquellos pacientes que presentaban inestabilidad emocional. Así, con el único objetivo de ayudar a éstos pacientes cómo determinadas vivencias (generalmente frustraciones), actuaban como detonantes de sus intensas respuestas emocionales (autoagresión, heteroagresión y escape1), las cuales tenían consecuencias negativas para ellos  mismos. Así surgió un modelo explicativo de dichas conductas (figura 1). En este modelo se describe el circuito cerrado en que la persona inestable puede verse inmersa: “frustración ->conductas impulsivas (autoagresivas, heteroagresivas y de escape) –> nuevos problemas -> nueva frustración -> nueva conducta impulsiva…etc.” Este circuito cerrado del modelo explicativo facilita el reconocimiento del paciente de sus propias conductas y ayuda al terapeuta a situar en el modelo las múltiples conductas que la persona inestable puede presentar basándose en los factores comunes (autoagresión, heteroagresión y escape) de cada una de ellas y, por tanto, sin perderse en lo anecdótico o circunstancial del momento en el que el paciente se siente inmerso.

Santiago, S. (2003). Terapia icónica: una alternativa para la estabilidad emocional. En  V. Rubio y A. Perez-Urdaniz,  Trastornos de personalidad. 139-190. Madrid. Elsevier.

FUENTE: sin-limite.net

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