Cada tres días pierde la vida un chico de entre 10 y 19 años en Tucumán (Argentina), en la mayoría de los casos por accidentes, suicidios o crímenes. Es el grupo etario que menos pide ayuda. Los decesos se incrementaron un 50% desde 2005. Diseñaron un programa especial para ayudarlos. Señales de sufrimiento. Por Lucia Lozano, Redacción La Gaceta, Argentina.

Se mostraba triste y pensativa. «Estás en la mejor etapa de tu vida. Disfrutala», le dijo la mamá a su hija de 15 años. Los primeros signos de alarma aparecieron en la clase de gimnasia. La joven nunca dejaba de usar mangas largas, pese al calor de marzo. Semanas después la madre descubrió que la adolescente se había cortado los brazos.

El hecho sucedió a comienzos de año, en una escuela céntrica, y fue relatado por una maestra. No es el único caso. En varios establecimientos están comenzando a dictar charlas para prevenir el aumento de autolesiones en adolescentes, una problemática que según los docentes ya iguala al consumo de drogas, alcohol y desórdenes alimenticios.

Muchos están desencantados. Con miedo al futuro. Esperan respuestas. Y sufren las causas que les cierran los puños. Por eso, no se horrorizan ante la posibilidad de protagonizar una pelea. No se asombran si alguno de sus amigos se emborracha hasta llegar a una situación límite. No se asustan cuando alguien del grupo se autolesiona.

Martina tiene 16 años. Es astuta. Ojos delineados, piercing en la nariz, guardapolvo blanco entreabierto y cigarrillo en la mano. La estudiante y sus amigos acceden a hablar con LA GACETA. Es mediodía y la plaza Urquiza está poblada de uniformes escolares. «Aquí hay peleas todos los días. Por celos, por envidia o por cualquier otro motivo. A veces viene la Policía y empieza a revisar a los chicos que se enfrentan. Seguro les encuentran una trincheta o navaja en el bolsillo», asegura la joven.

Adrián, su compañero, cuenta que cuando salen, los viernes o sábados a la noche, ya se han acostumbrado a ver enfrentamientos o accidentes de tránsito. «Hay mucho descontrol, droga y alcohol», describe. Sus amigos resaltan sonrisas cómplices. Uno habla en voz baja. «Dale, decile», lo alientan. Sentados al borde del gigantesco árbol de la plaza, admiten que internet está generando actitudes de autoagresión en muchos adolescentes. «Yo no me prendo en esas cosas, pero he visto a compañeros que se lastiman a propósito. No le encuentro la gracia», asegura Matías, de 17.

«Causas externas»

Cada tres días, un joven de entre 10 y 19 años fallece en Tucumán. Y en el 70% de los casos aparece la violencia. Lo que más les preocupa a las autoridades es que la tasa de mortalidad adolescente aumenta cada vez más. Desde 2005 hasta el año pasado se incrementaron un 50 %. Y muchos de esos decesos se podrían haber evitado.

Basta repasar las estadísticas del Ministerio de Salud para entender cómo la violencia se incrusta en esta etapa de la vida en la que supuestamente se goza de un bienestar general. En el último año fallecieron 131 jóvenes. En 91 casos los motivos fueron lo que los especialistas llaman «causas externas»: accidentes de tránsito, crímenes y suicidios. En muchos de estos hechos, aparecen de por medio las adicciones o el abuso de sustancias, detallaron los expertos.

Los otros decesos tienen que ver con problemas respiratorios, circulatorios o malformaciones congénitas. La mayor cantidad de muertes violentas, casi el 80%, ocurre entre los 15 y los 19 años. Y siete de cada 10 fallecidos son varones.

Los jóvenes son también los que menos piden ayuda, destacan Federico Villafañe y Alicia Saad, médicos responsables del programa provincial de salud adolescente, diseñado en 2005 para hacer frente al drama.

«Generalmente llegan a las emergencias, y en muchos casos en estados irreversibles. Sólo acuden a la ayuda médica quienes tienen algún problema respiratorio o alteración en el crecimiento», señala Villafañe. Desde Salud han abierto consultorios específicos para los adolescentes con especialistas en el tema, aunque todavía cuesta atrapar el interés de los chicos. «Me interesa cambiar el paradigma de que la adolescencia sólo es problemática. Durante mucho tiempo la salud se ha enfocado en los temas materno infantiles y no se visualizaba este grupo etario. Ahora estamos pensando en ellos», resalta.

Los adolescentes representan el 19% de la población (unos 280.000). Durante años, ha sido la etapa de la vida más saludable. Hasta hace poco, las tasas de muerte prematura se habían centrado en la niñez. Pero en la actualidad, fallecen más adolescentes que chicos. El fenómeno ocurre por primera vez en 50 años.

Saad reconoce que ante las patologías de los jóvenes el sistema de salud se queda corto y a veces se ve desbordado. «El problema es muy grande porque hoy tenemos adolescentes solos, que han perdido su pilar fundamental: la familia», explica la experta. Y advierte que con cada lesión, con cada acto de violencia, los chicos están dando señales de sufrimiento. Señales que, si continúan pasando desapercibidas, seguirán sin poder evitarse unas 100 muertes cada año.

FUENTE: LaGaceta.com Tucuma-Argentina

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