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Cuesta creer que una persona se realice a sí misma heridas, quemaduras y cortes para aliviar su tensión emocional. Pues se trata de un fenómeno que parece más habitual de lo que se piensa entre determinados perfiles de adolescentes, como alertó ayer la Fundación ANAR en un comunicado. A través de las llamadas registradas en sus teléfonos de Ayuda a Niños y Adolescentes y del Adulto y la Familia esta organización ha detectado un incremento «exponencial» de este tipo de prácticas entre los menores. De hecho, si el año pasado se realizaron 344 llamadas relacionadas con autolesiones, en los nueve meses que llevamos de 2015 se ha pasado a 507 consultas de chicos y chicas que han requerido ayuda por sufrir este grave conflicto. El aumento es más preocupante si se compara con 2013, cuando se registraron 176 consultas sobre este problema. Es decir, en tres años casi se han triplicado este tipo de llamadas. En el 82% de los casos eran mujeres. «No es que se dé más entre las chicas, sino que ante situaciones graves, ellas están más preparadas para pedir ayuda», sostiene Benjamín Ballesteros, psicólogo y director de Programas de la Fundación ANAR.

«En pocos años hemos pasado de una práctica que apenas existía a tener una problemática que se multiplica exponencialmente. Si no se actúa ya para prevenir este fenómeno, será un problema incipiente entre los adolescentes en los próximos años. Igual que ha ocurrido con el bullying», advierte el psicólogo.

Conducta adictiva

Para estos menores, herirse es una forma de autorregular las emociones, una vía de escape para liberar la tensión y la angustia que viven por un conflicto. «Los chicos se ven incapaces de resolver un problema. Eso les lleva a autolesionarse como una manera de descagar la presión que sufren. Y así se sienten mejor. Con el tiempo, esto se convierte en una espiral, se familiarizan con las autolesiones, combinando ciertos tipos de heridas y, al final, adquieren una conducta adictiva. Es un proceso que puede conducir al suicidio», alerta Ballesteros.

Si bien hay adolescentes que se autolesionan como sello de identidad y pertenencia a una subcultura (por ejemplo, los denominados góticos), en la mayor parte de los casos los menores que realizan estas prácticas responden a un perfil bien diferente. No lo hacen por molestar ni desafiar a sus padres. «Son chicos que sienten una indefensión aprendida, con la sensación de que no encuentran una solución a sus problemas, lo que les produce una frustración constante y tensión. Suelen tener dificultades de relación cronificadas…», señala Ballesteros. «Y lo más importante es que tienen la percepción de que su familia no les comprende y se sienten solos. Los padres pueden estar ahí, pero el adolescente no lo siente».

Hay problemas detrás

Sin embargo, casi siempre detrás de las autolesiones aparecen situaciones más graves, como indica la doctora María Angustias Salmerón, de la Unidad de Medicina de la Adolescencia del Hospital La Paz, de Madrid. «Son adolescentes vulnerables —afirma— con una patología y perfil, que se autolesionan no buscando el suicidio sino liberar la ansiedad. Se sienten solos, con baja autoestima o con problemas de relación o no disponen de un núcleo familiar adecuado. Y suelen sufrir bullying, ciberbullying, anorexia, bulimia o cualquier otro tipo de trastorno alimentario, incluso homofobia…». Pero nadie puede estar a salvo. La adolescencia es una época de cambios. «En una situación de vulnerabilidad, también se pueden autolesionar por romper una relación de amistad de todo la vida o porque le deje la pareja», explica Salmerón.

Las redes sociales no han hecho más que amplificar el fenómeno, facilitando de forma rápida información para realizar estas prácticas. «Se ha puesto de moda —advierte la doctora—. Hay comunidades muy peligrosas en las redes sociales, que las crean los propios adolescentes y donde comunican lo que sienten, lo que hacen y cómo… Para ellos internet es su forma de comunicarse».

«El efecto llamada, el contagio está en la Red», afirma Ballesteros. Basta escribir en Google la traducción en inglés de autolesión para comprobarlo. Con «selft injury» aparecen 15 millones de referencias y con «selft harm» 27,5 millones. «Hemos detectado un aumento del tráfico en la Red dirigido a blog y web donde se fomentan las autolesiones. El incremento de visitas a estas sites es brutal», dice Carlos Represa, director del Instituto para la Competencia Digital.

No está prohibido

«Hay guías que dicen cómo hacer los cortes para ocultarlos y cómo curarlos… Son comunidades muy cerradas que incluso se trasladan a los colegios —explica Represa—. Cuando una persona no encuentra otra salida, consulta en internet, va a un foro y le dicen que si se hace cortes en el brazo se va a olvidar de sus problemas».

Pero es muy difícil frenar la publicación de este tipo de contenidos pues la apología de la bulimia, anorexia y autolesiones «no constituyen un ilícito ni penal ni civil ni administrativo y no está prohibido —se queja Represa—. Sólo se puede denunciar al provedor de servicios de alojamiento del blog, que puede llegar a cerrar ese blog por incumplimiento de sus normas de uso. Pero automáticamente la misma persona, con otro nombre, abre un nuevo blog y sube de nuevo los contenidos».

Servicios de ANAR

FUENTE: Maria José Perez Barco para Abc.es

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