Traducido del inglés: jueves, 9 de noviembre, 2017. Como si la idea del ciberacoso no fuera lo suficientemente aterradora, un nuevo estudio advierte sobre un extraño giro en que los jóvenes publican anónimamente mensajes nocivos… para ellos mismos.

La preocupación es que esta forma de autolesión digital, como las autolesiones tradicionales, pueda ser un indicador de un suicidio más adelante, dijeron los autores del estudio.

En la primera encuesta realizada de este tipo, se preguntó al grupo nacionalmente representativo de casi 5,600 estudiantes de secundaria de EE. UU. sobre el «auto-ciberacoso». Los jóvenes tenían entre 12 y 17 años de edad. Y más o menos un 6 por ciento dijeron que habían realizado la práctica.

El riesgo más alto de hacerlo fue entre los que habían sido antes víctimas de ciberacoso o de acoso.

«Definimos la ‘autolesión digital’ como la publicación, el envío o el compartir de otra forma en línea contenido nocivo sobre uno mismo», explicó el autor líder del estudio, Sameer Hinduja.

Hinduja es codirector del Centro de Investigación sobre el Ciberacoso de la Universidad del Atlántico de Florida, en Boca Ratón.

«No es específico de ningún ambiente en línea en particular», dijo Hinduja. «Puede ocurrir a través de los mensajes de texto, el correo electrónico, los medios sociales, las consolas de videojuegos, los foros de internet, los ambientes virtuales y cualquier otra plataforma en línea que todavía esté por concebirse».

«Se encontró que poco más de un 7 por ciento de los chicos y un 5 por ciento de las chicas realizaron alguna autolesión digital», añadió.

Aunque los porcentajes no son altos, «sí indican un problema cuando se extrapolan a los millones de adolescentes de EE. UU.», advirtió Hinduja.

El grupo de participantes de secundaria del estudio se dividía de forma equitativa entre chicos y chicas. Casi 350 adolescentes dijeron que habían publicado algo desagradable sobre ellos mismos en internet.

Los chicos fueron «significativamente» más propensos a haberlo hecho que las chicas. La raza y la edad no parecieron afectar el riesgo.

Los jóvenes que se identificaron como gais tenían unas tres veces más probabilidades de decir que se habían hecho ciberacoso a sí mismos o que habían publicado algo desagradable sobre ellos mismos, encontraron los investigadores.

Más o menos la mitad de los que se habían autolesionado de forma digital lo habían hecho una sola vez. Más de un tercio lo habían hecho varias veces, y un 13 por ciento lo habían hecho muchas veces, encontró el estudio.

Casi la mitad ofrecieron explicaciones sobre por qué lo hicieron. Las explicaciones incluyeron el odio hacia sí mismos, el deseo de llamar la atención, el deseo de aparentar ser victimizados para justificar el hecho de ciberacosar a otros, un sentimiento de depresión o suicida, intentar ser graciosos o burlarse de sí mismos, y el aburrimiento.

Un 40 por ciento dijeron que en algún momento los habían acosado en la escuela. Casi un 17 por ciento eran víctimas anteriores de ciberacoso. Ambos factores aumentaron el riesgo de practicar la autolesión digital. Las víctimas de ciberacoso previo tenían 12 veces más riesgo de provocarse una autolesión digital, según el estudio.

De forma similar, los que habían usado drogas ilícitas, robado algo, provocado un daño físico grave a alguien, desarrollado síntomas de depresión, o que habían participado en la autolesión tradicional (fuera de línea, como cortarse, rascarse, morderse o golpearse a uno mismo) eran significativamente más propensos al auto-ciberacoso.

Los padres y los educadores «deben asegurarse de que hablemos de este fenómeno entre los adolescentes», añadió, «de forma que puedan comprender su realidad y ofrecer respaldo si alguien de su grupo de amigos se sincera con ellos».

«Exhortaría a esos adultos a también animar a los niños y adolescentes cercanos a siempre saber que están ahí para escucharlos sin juzgar ni criticar», planteó Hinduja, y también a estar preparados para ofrecer opciones alternativas para abordar su sufrimiento emocional.

Sarah Feuerbacher, directora clínica del Centro de Consejería Familiar de la Universidad Metodista del Sur en Plano, Texas, sugirió que la autolesión proviene de una sensación de «una falta de poder y control, por lo general respecto a otra persona o a un ambiente». Feuerbacher no participó en el estudio.

«Un niño que está sufriendo quizá tenga una percepción de que no hay una persona en quien pueda confiar en su ambiente a quien comunicar su dolor de forma segura», dijo Feuerbacher.

Esto podría convertir el «extremadamente abierto ambiente de internet» en una salida atractiva para su dolor, añadió, dado el control que los adolescentes pueden ejercer sobre su contenido, con la esperanza de que alguien pueda leer su «mensaje en una botella».

Feuerbacher anotó que los padres son quienes mejor pueden ayudar a sus hijos al aprender a reconocer las señales de la depresión adolescente. Los padres también deben monitorizar la conducta en línea, y fomentar el respeto mutuo y la comunicación sin abochornar al otro.

El estudio fue publicado en una edición reciente de la revista Journal of Adolescent Health.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor. Artículo: Sameer Hinduja, Ph.D., co-director, Cyberbullying Research Center, and professor, criminology and criminal justice, Florida Atlantic University, Boca Raton; Sarah Feuerbacher, Ph.D., clinic director, Southern Methodist University Center for Family Counseling, and clinical assistant professor, SMU Graduate Department of Dispute Resolution and Counseling, Plano, Texas; Sept. 19, 2017, Journal of Adolescent Health

FUENTE: Medlineplus.gov, por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos el 8/11/17

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