Las autolesiones en adolescentes son un fenómeno preocupante, tanto por el reciente incremento de su aparición en los últimos años, como por las consecuencias negativas que puede tener en los chicos y chicas y sus familias.

En esta entrevista, la Dra. Anna Sintes Estevez, psicóloga clínica del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona nos responde a algunas de las preguntas para intentar comprender este fenómeno, desgraciadamente cada vez más frecuente entre adolescentes.

¿Qué entendemos por autolesiones?

Las autolesiones no suicidas, tal y como las llaman los especialistas, hacen referencia a cualquier comportamiento que el adolescente realiza de forma intencionada, autodirigida, inmediata, para hacerse daño a uno mismo, pero no para suicidarse.

¿Cuáles son las autolesiones más comunes?

Los tipos de autolesiones no suicidas más frecuentes son los cortes en la piel (normalmente en brazos), pero también pueden consistir en otros tipos de cortes a otras partes del cuerpo, rascado en exceso, golpes autoinflingidos, u otras formas de hacerse daño a uno mismo, sin intención de acabar con la propia vida.

Quedan excluidas de esta categoría otras conductas que pueden hacer los adolescentes, que si bien implican un daño sobre ellos mismos (consumir drogas, dejar de comer, etc.) no son daños inmediatos sobre la integridad física.

Los tipos de autolesiones no suicidas más frecuentes son los cortes en la piel.

Tampoco entrarían en esta categoría otros comportamientos que podrían implicar un daño físico, pero que son social y culturalmente aceptables (dilataciones, excoriaciones, etc.).

¿Cómo tratáis este fenómeno los especialistas de la salud mental?

Dado este incremento en la prevalencia de estas conductas en todo el mundo, los especialistas han incluido estos fenómenos entre los «problemas que requieren más estudio», en los manuales de clasificación de los trastornos mentales.

Existen grupos de expertos a nivel internacional y también en Cataluña que están estudiando los factores implicados en estas conductas, y las intervenciones y estrategias terapéuticas más adecuadas para ayudar a los adolescentes que las realizan. Uno de estos grupos, formado por psicólogos y psiquiatras de diferentes hospitales (entre ellos el Hospital de Sant Joan de Déu) es el GRETA (Grupo de Estudio y Tratamiento de las Autolesiones).

¿Qué problemas suelen asociarse a las autolesiones no suicidas?

Tradicionalmente estas conductas eran muy poco habituales (menos de un 1% de la población en los primeros estudios de los años 80) y se habían asociado a trastornos mentales muy graves, como lo son algunos trastornos graves de la personalidad.

Sin embargo, actualmente estas conductas son más frecuentes y las exhiben adolescentes no necesariamente afectados de un trastorno mental severo. Estudios recientes indican que entre un 13 y un 45% de los adolescentes (según el estudio) se han autolesionado al menos una vez en su vida. En Europa los datos indican casi un 28% de la población de adolescentes de la población general (pacientes no diagnosticados de un trastorno mental).

Actualmente estas conductas son más frecuentes y las exhiben adolescentes no necesariamente afectados de un trastorno mental severo.

Si bien no siempre estas conductas se asocian a un trastorno mental grave, hay que tomárselas como algo importante y digno de ser tratado con elevada prudencia, huyendo de estereotipos y de ideas preconcebidas, pues los especialistas han encontrado que en algunos casos estas conductas podrían indicar que el adolescente podría estar en riesgo de sufrir un trastorno psiquiátrico y/o psicológico, y porque, aunque no fuera así, esta conducta podría tender a incrementarse o complicarse, sobre todo cuando no se aborda el problema de la forma adecuada.

En los casos en que no se asocia a un trastorno mental severo, ¿con qué problemas se pueden relacionar?

Aun se están estudiando las variables psicológicas y sociales relacionadas con la realización de estas conductas, pero los datos disponibles actualmente indican que suelen estar relacionadas con dificultades en la regulación emocional (gestión apropiada de las propias emociones), problemas en las relaciones interpersonales, sean con los amigos o con la familia, la exposición a circunstancias o experiencias adversas en la infancia, entre otros.

Algunos expertos han identificado que a nivel psicológico estas conductas pueden cumplir varias funciones, entre ellas estaría la de buscar experimentar sensaciones intensas, la de minimizar emociones negativas intensas, la de autocastigo por disminuir sentimientos y pensamientos de culpa, la de pedir ayuda y/o comunicar al entorno social un elevado malestar psicológico, por citar algunas.

¿Cuáles son los riesgos, a nivel psicológico, de practicar estas conductas?

Si bien la presencia de autolesiones no suicidas no necesariamente implica la presencia de un trastorno psiquiátrico, en algunos estudios se han asociado a trastorno alimentario, trastorno depresivo o de ansiedad, o trastorno límite de la personalidad.

Sin embargo, también hay estudios que muestran que esta conducta en muchos casos desaparece, y el adolescente no desarrolla ningún trastorno.

Hay estudios que muestran que esta conducta en muchos casos desaparece, y el adolescente no desarrolla ningún trastorno psiquiátrico.

Los especialistas señalan que poder identificar y tratar estas conductas a tiempo, de forma temprana, y ofrecer la ayuda necesaria y adecuada podría ayudar a prevenir el desarrollo de psicopatología más grave.

Los especialistas están dirigiendo sus esfuerzos en identificar cuáles son las características de aquellos jóvenes que se hacen autolesiones no suicidas de forma puntual y durante un tiempo de su vida, y con una mínima intervención dejan de hacerlo, de aquellos que las hacen en el contexto de un problema de salud mental más importante.

¿Cuáles son las señales de alerta que nos deberían hacer pensar que un adolescente se esta autolesionándose de forma repetida?

Como señales de alerta, hay que considerar el tipo, la gravedad y la frecuencia de las autolesiones no suicidas (las más ocultas y graves desde el punto de vista físico podrían ser más preocupantes), la escalada de las mismas (si cada vez más se autolesiona más, o son más graves), la presencia o no de otros problemas asociados (si además hay problemas alimentarios, problemas de ansiedad, etc. podría ser más complejo), los recursos psicológicos del adolescente para afrontar situaciones estresantes (si hay un déficit en sus habilidades sociales, su capacidad para identificar y regular las propias emociones, etc. podría implicar mayor riesgo), y los recursos de la familia y su entorno para ayudar a la adolescente, la relación de su conducta con los fenómenos sociales o culturales (relación de la conducta con el uso que hace de las redes sociales, influencia del grupo de iguales al que pertenece, etc.).

Si identificamos este tipo de conductas en un adolescente, es necesario que consultemos a un profesional de la salud.

Como orientación general, se podría afirmar que si un padre/madre o maestro identifica este tipo de conductas en un adolescente, debe consultar a un profesional de la salud (en función de la gravedad de la lesión física puede ser necesario curar la herida , suturar, etc.) y posteriormente, una vez atendida la lesión orgánica, es necesario que pida consejo a un especialista en salud mental (psiquiatra o psicólogo clínico), para que éste identifique las variables implicadas en la realización de esta conducta y pueda valorar la conveniencia de una intervención psicológica específica, y el tipo de intervención más adecuada.

FUENTE: Faros a 27/10/17, Hospital Sant Joan de Déu, Barcelona

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