Predominio
Se han autolesionado el 10-17% de los adolescentes y el 5% de adultos. Aunque el predominio de la autolesión sea difícil de determinar con exactitud se ha encontrado en el Es decir, Aproximadamente 960,000 a 1.8 millones de individuos en los Estados Unidos se autolesionan. Un cálculo de todos los afectados por esta conducta (familia, amigos, otras relaciones importantes, cuidados médicos, etc.) doblaría o triplicaría esas cifras, como mínimo. La autolesión es claramente un fenómeno extendido con una importancia de gran alcance.
Predominio
Una revisión sistemática entre 2005 y 2011 sitúa la prevalencia internacional media a lo largo de la vida de presentar autolesión en muestras comunitarias adolescentes en un 18% (Muehlenkamp, Claes y Plener, 2012). Según un meta-análisis internacional de 18 países incluido España, la prevalencia en adolescentes (17.2%) y en adultos jóvenes (13.4%) es mayor que en adultos (5.5%) en muestras no clínicas (Swannell, Martin, Page, Hasking y John, 2014).
Se encuentran tres investigaciones españolas que atienden la Autolesión No Suicida (Kirchner, Ferrer, Forns y Zanini, 2011; Calvete, Orue, Aizpuru y Brotherton, 2015; Díaz de Neira et al., 2015) aunque en otros países se ha evaluado su prevalencia a nivel nacional o gubernamental periódicamente (Departamento de educación de Massachussets; Klonsky, 2011; Mental Health Foundation, 2006; National Institute of Mental Health, 2014). Estos últimos arrojan porcentajes de prevalencia acordes con los internacionales en muestras escolares y clínicas. Hallamos muestras hispanoparlantes que sugieren alrededor del 10% de adolescentes con esta conducta (González-Forteza et al., 2002 y 2005; Rodríguez et al., 2005; Santos, 2008).
Al examinar el predominio de la autolesión, es importante tener en cuenta el secreto y la vergüenza vinculadas a esta conducta. La autolesión puede ser enormemente no reportada debido a su propia naturaleza clandestina. Muchos individuos que se hacen daño están poco dispuestos a decírselo a otros por miedo a ser rechazados, condenados al ostracismo, apartados físicamente, o simplemente mal interpretados.
La mayoría de las autolesiones no requieren asistencia médica. En aquellas situaciones donde la asistencia médica es necesaria, muchos individuos deforman la causa de la lesión, indicando causas accidentales más que heridas intencionales. Por tanto, la medida exacta del predominio de la autolesión probablemente sea imposible.
En resumen, los números estimados de 1 a 2 millones de individuos que se hacen daño físico deliberadamente probablemente será un enorme subcálculo del predominio actual de la autolesión.
Autolesión por Población
Debido a que la autolesión a menudo es usada como método de adaptación, se puede implicar que hay una correlación negativa entre oportunidades de adaptación típica y autolesión. Es decir, cuantas menos oportunidades de métodos típicos de adaptación existen –llorar, hablar, hacer ejercicio– aumenta la probabilidad de que alguien use la autolesión para adaptarse. Por lo tanto, tiene algo de sentido pensar que ciertos ambientes tendrán una frecuencia más alta de auto-lesionadores que la población general.
Se han advertido frecuencias más altas que las esperadas de autolesión en grupos específicos de individuos, los cuales incluyen personas con desórdenes alimenticios, con historial de abuso, fármaco dependientes, y adultos y jóvenes que durante su infancia vivieron un ambiente de invalidación. En la sección de ¿Quién se Autolesiona? y en la página de ¿Por Qué se Autolesiona? se presentan investigaciones que abordan relación que hay entre el historial de una persona y la probabilidad de que se autolesione.
En casos particulares, los ambientes institucionales que restringen la libertad de expresión de un individuo probablemente propiciarán la autolesión.
Las prisiones son un ejemplo de tales entornos. Hay una frecuencia considerablemente más alta de autolesión en las prisiones que en la población general, y un gran número de internos presentan cortadas, quemaduras, o golpes que se dan ellos mismos.
Además de su uso como mecanismo de adaptación, la autolesión es usada por los internos para manipular su ambiente u obtener algún tipo de atención deseada o refuerzo (cómo el ser transferidos a un hospital para su cuidado).
Un alto nivel de autolesión se encuentra también en los entornos psiquiátricos para pacientes hospitalizados. El contagio de la conducta de hacerse daño es un problema frecuentemente reportado con relación a estas instituciones. El contagio se refiere a la extensión de una conducta o actividad particular en todas partes del entorno. En otras palabras, cuando un individuo en un entorno de hospitalización comienza a autolesionarse, los otros comienzan a imitar estos comportamientos.
A menudo, los comportamientos de autolesión en estos entornos producen beneficios secundarios deseados, como el aumento de atención de parte del personal, más medicamentos, o simplemente comunicación. Los individuos que observan estos comportamientos autoagresivos probablemente advertirán algunas de sus cualidades de refuerzo, las cuales aumentan la probabilidad de que ellos también se autolesionen.
Autolesión por Género
Considerando la dificultad para calcular el predominio de la autolesión, no es sorprendente que las diferencias de género para este comportamiento sean igualmente cuestionables.
Algunos investigadores creen que el número de hombres y mujeres que se autolesionan es casi igual. En las salas de emergencia de los hospitales parece no haber ninguna diferencia significativa de género en cuanto a las autolesiones físicas realizadas deliberadamente. Sin embargo, debido a que la mayoría de las personas que buscan tratamiento psicoterapéutico son mujeres, y a que la mayor parte de lo que sabemos sobre cualquier tipo de trastorno psicológico deriva de tales entornos, las mujeres que se autolesionan pueden ser identificadas más a menudo que los hombres.
De manera similar, debido a que los hombres son mayoría en las prisiones, la autolesión es advertida más en hombres que en mujeres internas en tales entornos. Es evidente que el entorno en el cual se identifica la autolesión desempeña un papel primordial en las diferencias observadas entre los géneros.
En general, sin embargo, parece que tanto hombres como mujeres se autolesionan con igual frecuencia.
Otros investigadores piensan que la incidencia es mayor en las mujeres que en lo hombres, como se detalla en la sección de “¿Quién se Autolesiona?”