¿Se ha preguntado usted cuántas veces le ha ocurrido algo negativo y ha intentado cambiarlo?
Esta “batalla inútil” la iniciamos en multitud de ocasiones, sufriendo tremendamente por ello y autogenerándonos emociones negativas de intensidad extremadamente elevada. Sin embargo, seguimos queriendo intentar cambiar lo sucedido, cuando ya no es posible. Regresamos mentalmente al momento previo y reinventamos la historia que “nos hubiera gustado que sucediera”.
Esta “forma de funcionar mentalmente” es peligrosa y puede acarrearnos en muchas ocasiones determinados trastornos de ansiedad/depresivos (estado de ánimo).
Nos autorreprochamos lo que no hicimos bien y nos “machacamos” continuamente con lo que “deberíamos haber hecho” en lugar de lo que hicimos. Surge la culpabilidad malsana, el autodesprecio, “la autoagresión” ( la autoestima se puede ver seriamente dañada) y nos vemos inmersos en un callejón sin salida.
Si creemos que “la culpa” la tienen “otros”, aparece el rencor y el resentimiento hacia ellos, sentimientos éstos tremendamente complicados porque acaban volviéndose contra nosotros mismos y nos vuelven a producir sensación de angustia, ansiedad o alteración/inestabilidad emocional.
No podemos cambiar los hechos, pero si podemos buscar una nueva manera de pensar sobre lo sucedido. Mirarlo desde otro ángulo y “pensarlo” de una manera distinta. Si no hacemos esto, continuaremos recordando lo sucedido de la misma forma y nuestras emociones serán siempre exactamente las mismas.
Celia Antonini propone los siguientes pasos para comenzar a resolver cualquier situación desagradable que nos haya ocurrido:
1. Reconozca que sucedió.
2. Acepte que sucedió de la manera como sucedió y no de la forma que le hubiese gustado.
3. Elimine de su pensamiento el “debería” ( es un pensamiento irracional autoexigente del que hemos hablado en alguna ocasión y que no le permite margen de error, no le permite haberse equivocado” en aquella ocasión).
4. Evite cualquier frase que comience con “si hubiese sido….”
5. Evite cualquier frase que incluya “si hubiese hecho….”
No se martirice pensando en lo que pasó, piense en “qué hacer con aquello que pasó”.
No luche en contra de lo sucedido, libre una batalla con los pensamientos “que tiene” sobre lo sucedido.
Afirma Celia Antonini, muy acertadamente que aceptar no es sinónimo de resignarse, porque “ello implica una conformidad en contra de nuestra voluntad, es pensar: “no queda más remedio”, y en cambio la aceptación no conlleva un sentimiento de malestar, por el contrario, al no entablarse una lucha emocional interna, obteniéndose por tanto un resultado emocional también diferente”.
Cambiar el ángulo de visión no significa querer transformar algo negativo (objetivamente) en positivo, sino que, siendo conscientes que los pensamientos dirigen, regulan y determinan nuestras emociones y conductas, podemos “gestionarlos, controlarlos” de manera diferente.
Si trasladamos lo analizado hasta ahora a “la toma de decisiones” sobre determinados aspectos de nuestra vida (personal, laboral, de pareja) que decidimos llevar adelante, encontramos o podemos encontrar el mismo problema.
Además de no poder cambiar ya la decisión que tomamos en un momento dado en muchas ocasiones, porque no es posible rectificar, no nos damos cuenta que “lo que en aquel momento decidimos, lo decidimos porque pensábamos que era lo mejor”. Ahora, una vez vistas las consecuencias de aquello, vemos que no fue los más acertado, pero claro, ahora estamos en otro momento posterior, con una perspectiva distinta. Ahora le pregunto a usted: ¿desde cuándo es usted adivino? ¿Si llega a pensar por un solo segundo que aquello que decidió no era lo mejor, lo hubiera hecho?. Evidentemente no.
Los pacientes afirman en consulta: “cómo pude haber hecho aquello”, “cómo decidí aquello, ¿no me di cuenta que era un grave error?.
Las técnicas de reestructuración cognitiva son la base terapéutica que se utiliza a nivel clínico para modificar la forma de pensar o estilo cognitivo, sin, repito, nunca intentar cambiar lo sucedido. Si usted aprende a reestructurar sus pensamientos, no evitará sentirse triste en muchas ocasiones (la tristeza es un sentimiento “normal”, al igual que la alegría), pero sí podrá evitar trastornos del estado de ánimo o problemas de ansiedad en la mayor parte de las ocasiones.
FUENTE: Por Francisco Javier Sánchez Martínez en Vocesdecuenca.com de “Amo y esclavo de tus pensamientos”. Celia Antonini.