Díaz tiene fe de poder obtener una asignación de fondos de la Legislatura para poder mudar la fundación a unas instalaciones más grandes donde pueda atender más casos de este tipo.
A través de su fundación, Yadira Díaz ayuda a las niñas a dejar de mutilarse la piel.
En la privacidad de sus habitaciones, son muchas las niñas en todo el mundo que desde la preadolescencia cortan su piel. De alguna manera, en medio del dolor que les produce automutilarse encuentran placer.
Conocer de cerca algunas chicas que bajos sus camisas ocultan cicatrices autoinfligidas provocó que Yadira Díaz reenfocara el objetivo de su fundación2015, para ayudar a evitar que la práctica conocida como “cutting” siga propagándose en la población infantil y juvenil puertorriqueña.
“Ya tenía la fundación que trabajaba con lo que eran víctimas de violencia doméstica, depresión, intentos de suicidio y víctimas de violación”, explicó Díaz, directora de la entidad que desde 2008 ofrece talleres y clases de refinamiento y modelaje, entre otros, para empoderar a sus beneficiarias.
Al indagar con las participantes, ellas le admitieron que cortaban su piel como un medio para sustituir el dolor psicológico por el físico.
“Es una cosa que al principio no entendía. De ahí en adelante es que me pongo a estudiar el tema y me doy cuenta de que esto está pasando demasiado y es algo bien peligroso”, afirmó.
Entonces identificó unas cinco de un grupo de 10 a 12 niñas. Las razones eran distintas: baja autoestima, complejos, duelo prolongado por la pérdida de familiares, carencia de la figura paterna y conflictos con su orientación sexual. Otras lo hacen como consecuencia de enfermedades mentales y emocionales, como la bipolaridad y el desorden de personalidad fronterizo (“borderline”).
“Esto es un tema muy tabú. Muchos de los papás de estas niñas ni se enteran que ellas se cortan, porque usualmente usan mucha ropa de manga larga, usan muchas pulseras. Como no tenemos un número identificado porque no todas estas niñas hablan, no tenemos unas estadísticas completas, pero es demasiado”, argumentó.
La fundación, de esta forma, se convirtió en un centro de ayuda en el que se han involucrado trabajadores sociales y sicólogos que les proveen a las niñas servicios de terapia individual y de grupo para ayudarlas a buscar otros medios con los que puedan canalizar sus emociones. De igual modo, reciben terapia a través del arte, drama y baile.
En la actualidad, unas 12 chicas participan en terapias en grupo de apoyo, 29 reciben terapia individual y 529 niños han sido impactados en escuelas y universidades, informó.
“Yo tengo una niña que cuando empezó aquí tenía sus cicatrices bien marcadas. Ahora mismo esa niña hasta me ganó un concurso de belleza. Está superbién; no se ha vuelto a cortar desde hace mucho tiempo. No es fácil y no te puedo decir que todas las niñas salen de aquí y ya se dejaron de cortar, porque es algo adictivo. Entonces, hay que trabajarlas, hay que darles seguimiento”, abundó.
De otro lado, detalló que quienes practican el “cutting” se aíslan, optan por ropa de manga larga, incluso si hace calor, y usan muchas pulseras. Los cortes mayormente los realizan en los brazos, lejos de las venas, y en el abdomen.
Quienes incurren en la automutilación, afirmó, se exponen a contraer una infección, quitarse la vida impremeditadamente, quedar marcadas de para siempre y perder la elasticidad en la piel.
FUENTE: Por Brenda Peña López para primerahora.com