Hola.
Soy una adolescente cualquiera, y seguramente no tengas interés en saber de mi vida. Por eso, antes de empezar me gustaría recordarte que puedo ser tu hermana, tu mejor amiga o incluso tu pareja. Ahora sí, esta es mi historia.
Todos tenemos algún mal momento, es normal, el problema empieza cuando ves que ese mal momento no pasa, y es justo lo que me pasó a mi. Por “suerte” tengo esa amiga que siempre me dice “Tranquila, es una mala racha, ya se te pasará”. La primera vez que me lo dijo, la creí, pero me di cuenta de que no tenía razón.
Le volví a contar lo mal que me sentía y me lo volvió a repetir, esta vez sin prestar ninguna atención a lo que estaba diciendo. “Ya pasará” me decía, hasta que me pregunté ¿Y si no pasa? Me sentía presionada por todo lo que ocurría a mi alrededor. En esta sociedad todo y todos te dicen que TIENES que estar bien, como si fuera una obligación. Por mucho que lo intentaba, no me salia ser feliz. Cada día que pasaba me esforzaba más en aparentar “normalidad”.
Fue en ese momento cuando empezó todo. Guardé todas mis frustraciones y mi tristeza, pero claro, eso tiene que salir por alguna parte. En mi caso, como en el de muchos otros, mi “salida” fue la auto lesión. Que no os engañen, la autolesión es como una droga, cuanto más daño te haces, te crea más sensación de falso alivio, y más te engancha. Por aquel entonces yo tenía 12 años. Ya sé lo que pensáis: “Una niña de doce años no puede haber vivido tanto como para pensar en la autolesión, es muy joven, aún no conoce el dolor de verdad”. Y siento deciros que si una niña de doce años está en esta situación, es precisamente por sufrir demasiado. Recuerda que si una niña ha estado en esa situación, no será la única y habrá muchos más como ella e incluso peor. Y lo malo de todo esto es que tú ni siquiera te estás dando cuenta.
Una persona puede llegar a la autolesión por varios factores: el sentimiento de aislamiento o de rechazo, traumas de la infancia como el bullying, la pérdida de algún familiar, experiencias cercanas a enfermedades mortales… ya sé que parecen muchas cosas y muy fuertes como para haberlas vivido con tan solo doce años. Te sorprendería saber que todos esos sucesos son los causantes de mis lesiones.
Exacto, yo a los doce años había vivido años de bullying sin descanso, había perdido a familiares e incluso vi a mi hermano al borde de la muerte por culpa de una enfermedad. La próxima vez que alguien os diga “estoy mal”, no te lo tomes a la ligera, nunca sabes lo que esa persona ha tenido que sufrir.
Les mostré mis heridas a un par de amigas, y tras unas semanas de cariño, creyeron haber solucionado el problema y se olvidaron del asunto. Yo no. Seguía sumida en un tormento que no me dejaba ver con claridad. A esas alturas yo ya tenía poca autoestima, me aislaba y tenía síntomas de depresión como falta de energía y de desinterés por lo que me gustaba. Al ver la indiferencia de los que me rodeaban, las marcas en mi piel y las noches en vela fueron incrementando. No volví a pedir ayuda a nadie, ¿para qué? ¿para que me tomaran por loca? ¿para ser juzgada? Ya me daban igual mis sentimientos, solo quería que acabase de una forma u otra. Esa fue la peor decisión que pude tomar. Contar y abrirte a los demás es lo que te puede salvar la vida. A menudo la gente que está en esta situación tiene el mismo miedo que tuve yo, el de ser juzgada.
Con esto no quiero decir que hay que contárselo a la primera persona que pase, pero sí a tus padres o a alguien de tu familia el cual te transmita confianza, porque estas situaciones son muy complicadas y se hace muy cuesta arriba superarlas en soledad. Mis cortes siguieron intermitentemente en los siguientes años, hasta hoy en día. Lo único que me ha mantenido con vida ha sido el amor de mi madre. Ella no sabe nada de esto, pero aún así siempre he tenido su apoyo incondicional. A veces cosas tan silenciosas como un abrazo inesperado pueden salvar la vidas.
Hace mucho que decidí dejar de hacerme daño, pero ¿os acordáis cómo he comparado la autolesión con las drogas? bueno pues igual que pasa con estas sustancias, es muy difícil desprenderse de la autolesión. Siempre que volvemos a sentir esas sensaciones de dolor, inconscientemente acudimos a lo más fácil, a lo que conocemos.
Quiero daros un par de consejos, primero para las personas que viven esta situación. No dejéis de luchar contra lo que os hace mal, no tengáis miedo a contar vuestros temores, y si os da mucha vergüenza podéis entrar en foros de ayuda específicos para este tipo de situaciones, pero sobre todo no os alejéis de las personas que te hacen feliz, ni dejes de lado tus aficiones.
Por otro lado también quiero aconsejar al resto. Si veis que alguien de vuestro entorno está mal, no lo dejéis solo. Muéstrale que estás ahí y animale a contarlo, sin presionarlo ni obligarlo. No te tomes a la ligera una situación como esta, no es ninguna tontería. Tampoco pienses que es una situación de un par de días, es duro vivirlo, tanto como contarlo, pero menos que superarlo, es un proceso largo lleno de altibajos, además de peligroso porque nunca sabes cuándo puede volver a recaer.
A día de hoy sigo sintiéndome rodeada de una inmensa soledad, aunque tenga amigos, amigas y familia que me quiere. Por circunstancias de la vida mi camino ha sido este, he tomado decisiones de las que no me siento orgullosa. He hecho daño a los que me rodean, y lo peor, me he hecho daño a mi misma.
Solo te pido una cosa, deja que esta sea mi historia, no la conviertas en la tuya.
Anónima
FUENTE: Autolesion.com